Sábado 12 de Julio de 2025

Hoy es Sábado 12 de Julio de 2025 y son las 01:02 - VILLA ÁNGELA: EL CEC INAUGURÓ QUINCHOS Y AVANZA CON MÁS OBRAS PARA SUS AFILIADOS / EL MUNICIPIO REALIZA TRABAJOS EN SIMULTÁNEO EN DIFERENTES PUNTOS DE LA CIUDAD / TRABAJOS DE ALUMBRADO PÚBLICO EN VILLA ÁNGELA / "UNIDOS POR UN FUTURO" CONTINÚA CON MARCHAS, CONTENCIÓN Y AYUDA A PERSONAS CON CONSUMO PROBLEMÁTICO DE SUSTANCIAS / OPERATIVOS DE FISCALIZACIÓN FORESTAL: SE LOGRÓ DETENER UN NUEVO DESMONTE / FIN DE SEMANA DE ?CHACO JUEGA? EN SANTA SYLVINA Y EN CHARATA / INAUGURACIÓN DE NUEVOS QUINCHOS EN EL CENTRO DE EMPLEADOS DE COMERCIO DE VILLA ÁNGELA / SUPERVISIÓN DE OBRAS EN EL ACCESO NORTE: EL INTENDENTE PAPP VALORÓ LOS AVANCES EN ILUMINACIÓN Y PARQUIZACIÓN / CUIDEMOS NUESTROS ÁRBOLES: DENUNCIE EN LA SECRETARÍA DE MEDIO AMBIENTE DE LA MUNICIPALIDAD DE VILLA ÁNGELA / LAS BREÑAS: UN JOVEN FUE DETENIDO POR SUPUESTAS LESIONES GRAVES EN CONTEXTO DE VIOLENCIA DE GÉNERO / GRAN NOTICIA: CHACO LIDERA LA PRODUCCIÓN DE MIEL ORGÁNICA EN LA ARGENTINA / EL INTENDENTE PAPP RESALTÓ EN SU DISCURSO DEL 9 DE JULIO QUE "EL VALOR DE LA FAMILIA ES EL PUNTO DE PARTIDA DE TODO LO DEMÁS" / OPERATIVOS DE CONCIENTIZACION Y CONTROL DEL TRÁNSITO EN VILLA ÁNGELA / VILLA ÁNGELA TENDRÁ UN ENCUENTRO DE SANACIÓN INTERIOR ORGANIZADO POR LA RENOVACIÓN CARISMÁTICA CATÓLICA / SANTA SYLVINA: 9NA FIESTA REGIONAL DEL LOCRO Y LA ARGENTINIDAD / SANTA SYLVINA: ERA BUSCADO POR LA POLICÍA DE SANTIAGO DEL ESTERO Y TERMINÓ DETENIDO EN CHACO / VILLA ÁNGELA: PASTORAL DIGITAL INVITA HOY MARTES 8 A LA VIGILIA JUVENIL / Villa Berthet: EVADIERON UN CONTROL Y LA MADRE DE UNO AGREDIÓ A UN POLICÍA / VILLA ÁNGELA: EXITOSA PARTICIPACIÓN DE "UNIDOS POR UN FUTURO" EN AGRO NEA CHACO / CONTINÚAN LOS TRABAJOS DE RIPIADO Y COMPACTACIÓN EN CALLES DE VILLA ÁNGELA /

17.2°

Villa Ángela

TENDENCIAS

25 de noviembre de 2020

Conmoción mundial: Murió Diego Armando Maradona

Sufrió un paro cardiorrespiratorio en la casa de Tigre en la que se había instalado tras su operación en la cabeza.

Y un día ocurrió. Un día lo inevitable sucedió. Es un cachetazo emocional y nacional. Un golpe que retumba en todas las latitudes. Un impacto mundial. Una noticia que marca una bisagra en la historia. La sentencia que varias veces se escribió pero había sido gambeteada por el destino ahora es parte de la triste realidad: murió Diego Armando Maradona.

Villa Fiorito fue el punto de partida. Y desde allí, desde ese rincón postergado de la zona sur del Conurbano bonaerense se explican muchos de los condimentos que tuvo el combo con el que convivió Maradona. Una vida televisada desde aquel primer mensaje a cámara en un potrero en el que un nene decía soñar con jugar en la Selección. Un salto al vacío sin paracaídas. Una montaña rusa constante con subidas empinadas y caídas abruptas.

Nadie le dio a Diego las reglas del juego. Nadie le dio a su entorno (un concepto tan naturalizado como abstracto y cambiante a la lo largo de su vida) el manual de instrucciones. Nadie tuvo el joystick para poder manejar los destinos de un hombre que con los mismos pies que pisaba el barro alcanzó a tocar el cielo.

Quizá su mayor coherencia haya sido la de ser auténtico en sus contradicciones. La de no dejar de ser Maradona ni cuando ni siquiera él podía aguantarse. La de abrir su vida de par en par y en esa caja de sorpresas ir desnudando gran parte de la idiosincrasia argentina. Maradona es los dos espejos: aquel en el que resulta placentero mirarnos y el otro, el que nos avergüenza.

A diferencia del común de los mortales, Diego nunca pudo ocultar ninguno de los espejos.

Es el Cebollita que solo tenía un pantalón de corderoy y es el hombre de las camisas brillantes y la colección de relojes lujosos. Es el que le hace cuatro goles a un arquero que intenta desafiarlo y al mismo tiempo el entrenador que intenta chicanear a los alemanes y termina humillado. Es el que se va bañado de gloria del estadio Azteca y el que sale de la mano de una enfermera en Estados Unidos. Es el que arenga, el que agita, el que levanta, el que motiva. El que tomaba un avión desde cualquier punto del mundo para venir a jugar con la camiseta de la Selección. El del mechón rubio y el que estaciona el camión Scania en un country. Es el gordo que pasa el tiempo jugando al golf en Cuba y el flaco de La Noche del Diez. El que vuelve de la muerte en Punta del Este. Es el novio de Claudia y es también el hombre acusado de violencia de género. Es el adicto en constante lucha. El que canta un tango y baila cumbia. El que se planta ante la FIFA o le dice al Papa que venda el oro del Vaticano. El que fue reconociendo hijos como quien trata de emparchar agujeros de su vida. Un icono del neoliberalismo noventoso y el que se subió a un tren para ponerse cara a cara contra Bush y ser bandera del progresismo latinoamericano. Es cada tatuaje que tiene en su piel, el Che, Dalma, Gianinna, Fidel, Benja… Es el hombre que abraza a la Copa del Mundo, el que putea cuando los italianos insultan nuestro himno y el que le saca una sonrisa a los héroes de Malvinas con un partido digno de una ficción, una pieza de literatura, una obra de arte.

Porque si hubiera que elegir un solo partido sería ese. Porque no existió ni existirá un tramo de la vida más maradoneano que esos cuatro minutos que transcurrieron entre los dos goles que hizo el 22 de junio de 1986 contra los ingleses. El mejor resumen de su vida, de su estilo, de lo que fue capaz de crear. Pintó su obra cumbre en el mejor marco posible. Le dijo al mundo quién es Diego Armando Maradona. El tramposo y el mágico, el que es capaz de engañar a todos y sacar una mano pícara y el que enseguida se supera con la partitura de todos los tiempos.

Barrilete cósmico. Y la pelota no se mancha. Y las piernas cortadas. Y que la sigan chupando. Y la tortuga que se escapa. Y el jarrón en el departamento de Caballito, el rifle de aire comprimido contra la prensa, la Ferrari negra que descartó porque no tenía estéreo, la mafia napolitana y toda una ciudad que elige vivir en pausa, rendida a su Dios. Es el de las canciones, el los documentales a carne viva y las biografías siempre desactualizadas. El que levanta el teléfono y llama cuando menos lo esperás y más lo necesitás. El que jugó partidos a beneficio sin que nadie se enterara. El que pasa del amor al odio con Cyterszpiler, con Coppola o con Morla. El que siempre vuelve a sus orígenes y le presta más atención a los que menos tienen. Es el abuelo baboso y el papá inabordable. Es antes que todo y por sobre todas las cosas el hijo de Doña Tota y de Don Diego.

Y Maradona es en presente pese a que de los que mueren haya que escribir en pasado. Es el que en Dubai se codeaba con jeques y contratos millonarios y el que en Culiacán y con 40 grados a la sombra pedía un guiso a domicilio. El que internaron en un neuropsiquiátrico. El que pudo dejar la cocaína. El que hizo jueguitos en Harvard. Es el que como entrenador de Gimnasia vivió un postergado homenaje del fútbol argentino. Aquel que había dirigido a Racing y a Mandiyú no era este último Diego de las rodillas chuecas, las palabras estiradas y las emociones brotando sin filtro.

Es también Maradona el hombre que se fue apagando. Se resquebrajó su cuerpo y empezó a sacar a la luz tantos años de castigo físico, de desbordes, de excesos, de patadas, de infiltraciones, de viajes, de adicciones, de subibajas con su peso, de andar por los extremos sin red de contención.



COMPARTIR:

Comentarios