Jueves 28 de Marzo de 2024

Hoy es Jueves 28 de Marzo de 2024 y son las 08:09 - Villa Ángela: EL MUNICIPIO REALIZA CORTE DE PASTO, LIMPIEZA DE RAMAS Y REFACCIONES EN DISTINTOS PUNTOS DE LA CIUDAD / Villa Ángela: CONCEJO MUNICIPAL | Raúl Fernández destacó el compromiso del Gobernador Zdero de trabajar junto al Intendente Papp / Proponen declarar la emergencia agropecuaria en seis departamentos del Chaco / Anses: hasta el 31 de marzo se podrá presentar la libreta de AUH / Villa Ángela: ADALBERTO PAPP | ?El municipio mantiene su orden y compromiso ante la crisis económica? / Villa Ángela: VIGILIA Y ACTO DEL DÍA DEL VETERANO Y CAÍDOS EN LA GUERRA DE MALVINAS / Villa Ángela: POLICÍA CAMINERA INTERVIENE UNA CARGA FORESTAL POR ANOMALÍAS EN SUS DOCUMENTACIONES / COMIENZA HOY EL PAGO DE SUELDOS PARA LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA PROVINCIAL / EDUCACIÓN SUPERIOR: EN ABRIL ABRE INSCRIPCIÓN A INTERINATOS Y SUPLENCIAS / Villa Ángela: REALIZÓ EL ACTO DEL 24 DE MARZO | "POR LA MEMORIA, LA VERDAD Y LA JUSTICIA" / Villa Ángela: TRAS ALLANAMIENTO | Aprehenden a una joven de 23 años y secuestran 38 envoltorios de cocaína entre otros elementos / La Clotilde: DETIENEN A UN JOVEN DE 28 AÑOS POR EL ROBO DE DOS REPOSERAS / Villa Ángela: SE ENCUENTRA ABIERTA LA CONVOCATORIA PARA INTEGRAR EL GRUPO DANZAS TRADICIONALES ITALIANA / Villa Ángela: EL MUNICIPIO RECONOCIÓ AL DR. JOSÉ LIPSICH / Villa Ángela: EL GOBIERNO PROVINCIAL LIMPIÓ EL CANAL DE AGUA DE JUAN J. PASO, TRAS AÑOS DE ABANDONO / San Bernardo: SE LLEVARON SU CELULAR, PERO LOS AGENTES LO HALLARON / Villa Angela: FALLECIO UNA JOVEN EN UN ACCIDENTE DE TRANSITO / VILLA ÁNGELA: EL GOBERNADOR ACOMPAÑÓ EL CAMPEONATO DE AUTOMOVILISMO / Villa Ángela: EL GOBERNADOR ANUNCIÓ LA LINEA DE CRÉDITO ?CHACO + GANADERÍA? PARA PRODUCTORES / Villa Ángela: PARA ESTE JUEVES 28 DE MARZO | Gran venta de prepizzas y roscas de pascuas a beneficio de la judoca Zaira Velázquez /

19.6°

Villa Ángela

TENDENCIAS

25 de noviembre de 2020

Conmoción mundial: Murió Diego Armando Maradona

Sufrió un paro cardiorrespiratorio en la casa de Tigre en la que se había instalado tras su operación en la cabeza.

Y un día ocurrió. Un día lo inevitable sucedió. Es un cachetazo emocional y nacional. Un golpe que retumba en todas las latitudes. Un impacto mundial. Una noticia que marca una bisagra en la historia. La sentencia que varias veces se escribió pero había sido gambeteada por el destino ahora es parte de la triste realidad: murió Diego Armando Maradona.

Villa Fiorito fue el punto de partida. Y desde allí, desde ese rincón postergado de la zona sur del Conurbano bonaerense se explican muchos de los condimentos que tuvo el combo con el que convivió Maradona. Una vida televisada desde aquel primer mensaje a cámara en un potrero en el que un nene decía soñar con jugar en la Selección. Un salto al vacío sin paracaídas. Una montaña rusa constante con subidas empinadas y caídas abruptas.

Nadie le dio a Diego las reglas del juego. Nadie le dio a su entorno (un concepto tan naturalizado como abstracto y cambiante a la lo largo de su vida) el manual de instrucciones. Nadie tuvo el joystick para poder manejar los destinos de un hombre que con los mismos pies que pisaba el barro alcanzó a tocar el cielo.

Quizá su mayor coherencia haya sido la de ser auténtico en sus contradicciones. La de no dejar de ser Maradona ni cuando ni siquiera él podía aguantarse. La de abrir su vida de par en par y en esa caja de sorpresas ir desnudando gran parte de la idiosincrasia argentina. Maradona es los dos espejos: aquel en el que resulta placentero mirarnos y el otro, el que nos avergüenza.

A diferencia del común de los mortales, Diego nunca pudo ocultar ninguno de los espejos.

Es el Cebollita que solo tenía un pantalón de corderoy y es el hombre de las camisas brillantes y la colección de relojes lujosos. Es el que le hace cuatro goles a un arquero que intenta desafiarlo y al mismo tiempo el entrenador que intenta chicanear a los alemanes y termina humillado. Es el que se va bañado de gloria del estadio Azteca y el que sale de la mano de una enfermera en Estados Unidos. Es el que arenga, el que agita, el que levanta, el que motiva. El que tomaba un avión desde cualquier punto del mundo para venir a jugar con la camiseta de la Selección. El del mechón rubio y el que estaciona el camión Scania en un country. Es el gordo que pasa el tiempo jugando al golf en Cuba y el flaco de La Noche del Diez. El que vuelve de la muerte en Punta del Este. Es el novio de Claudia y es también el hombre acusado de violencia de género. Es el adicto en constante lucha. El que canta un tango y baila cumbia. El que se planta ante la FIFA o le dice al Papa que venda el oro del Vaticano. El que fue reconociendo hijos como quien trata de emparchar agujeros de su vida. Un icono del neoliberalismo noventoso y el que se subió a un tren para ponerse cara a cara contra Bush y ser bandera del progresismo latinoamericano. Es cada tatuaje que tiene en su piel, el Che, Dalma, Gianinna, Fidel, Benja… Es el hombre que abraza a la Copa del Mundo, el que putea cuando los italianos insultan nuestro himno y el que le saca una sonrisa a los héroes de Malvinas con un partido digno de una ficción, una pieza de literatura, una obra de arte.

Porque si hubiera que elegir un solo partido sería ese. Porque no existió ni existirá un tramo de la vida más maradoneano que esos cuatro minutos que transcurrieron entre los dos goles que hizo el 22 de junio de 1986 contra los ingleses. El mejor resumen de su vida, de su estilo, de lo que fue capaz de crear. Pintó su obra cumbre en el mejor marco posible. Le dijo al mundo quién es Diego Armando Maradona. El tramposo y el mágico, el que es capaz de engañar a todos y sacar una mano pícara y el que enseguida se supera con la partitura de todos los tiempos.

Barrilete cósmico. Y la pelota no se mancha. Y las piernas cortadas. Y que la sigan chupando. Y la tortuga que se escapa. Y el jarrón en el departamento de Caballito, el rifle de aire comprimido contra la prensa, la Ferrari negra que descartó porque no tenía estéreo, la mafia napolitana y toda una ciudad que elige vivir en pausa, rendida a su Dios. Es el de las canciones, el los documentales a carne viva y las biografías siempre desactualizadas. El que levanta el teléfono y llama cuando menos lo esperás y más lo necesitás. El que jugó partidos a beneficio sin que nadie se enterara. El que pasa del amor al odio con Cyterszpiler, con Coppola o con Morla. El que siempre vuelve a sus orígenes y le presta más atención a los que menos tienen. Es el abuelo baboso y el papá inabordable. Es antes que todo y por sobre todas las cosas el hijo de Doña Tota y de Don Diego.

Y Maradona es en presente pese a que de los que mueren haya que escribir en pasado. Es el que en Dubai se codeaba con jeques y contratos millonarios y el que en Culiacán y con 40 grados a la sombra pedía un guiso a domicilio. El que internaron en un neuropsiquiátrico. El que pudo dejar la cocaína. El que hizo jueguitos en Harvard. Es el que como entrenador de Gimnasia vivió un postergado homenaje del fútbol argentino. Aquel que había dirigido a Racing y a Mandiyú no era este último Diego de las rodillas chuecas, las palabras estiradas y las emociones brotando sin filtro.

Es también Maradona el hombre que se fue apagando. Se resquebrajó su cuerpo y empezó a sacar a la luz tantos años de castigo físico, de desbordes, de excesos, de patadas, de infiltraciones, de viajes, de adicciones, de subibajas con su peso, de andar por los extremos sin red de contención.



COMPARTIR:

Comentarios