Luego del anuncio de un principio de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional por la deuda de 44.000 millones de dólares tomada en el 2018 por la administración de Mauricio Macri, Jorge Capitanich hizo un análisis respecto a los puntos que se conocen del arreglo.
El mandatario chaqueño siempre fue muy crítico con la deuda contraída con el FMI y ahora volvió a remarcar los puntos negativos en un largo texto en el que se resaltan puntos interesantes.
Para Capitanich, “iniciamos una etapa que debe garantizar las mejores condiciones para lograr una patria justa, libre y soberana”.
“El endeudamiento de 100.000 millones de usd en moneda extranjera con 88.000 millones de usd de fuga de capitales propiciada por “el mejor equipo de los últimos 50 años” y liderada por el “Messi” de las finanzas, nos llevó a un colapso financiero”, afirmó el gobernador.
Además, insistió en que “el pueblo argentino ha sido víctima de un saqueo sin precedentes y todos sabemos muy bien que esta deuda es impagable e inaceptable”. Apuntando los cañones contra el organismo multilateral, señaló que “violó su propio convenio constitutivo y que “su intervención política fue apoyada por el gobierno de Estados Unidos para que Macri gane las elecciones”.
En ese sentido, Capitanich remarcó que “la legalidad del gobierno de turno, el principio de continuidad jurídica del Estado, las condiciones de acceso al financiamiento y al comercio mundial restringen los grados de libertad del gobierno de nuestro presidente Alberto Fernández”.
Luego de hacer un repaso sobre la historia de la relación entre el FMI y el país, aseguró que “no me cabe la menor duda de que las recetas que el FMI aplicó durante 41 años de los 65 de adhesión del país a partir del año 1956 condicionaron severamente su crecimiento”.
Así las cosas, dijo que el tratamiento del acuerdo en el Congreso “inicia una etapa de buenas prácticas institucionales con el objeto de que ningún gobierno hipoteque el futuro del pueblo argentino” y añadió: “Es cierto que no existen condicionamientos en reforma laboral, previsional o cercenamiento de derechos, pero al mismo tiempo sabemos que más recursos para pagar deuda finalmente impedirán la asignación de estos mismos recursos para infraestructura o desarrollo económico”.
Además, también hizo foco en un punto central, que es que desde el FMI admitieron que el acuerdo incluye, entre otras cosas, una reducción a los subsidios a la energía, sobre lo que marcó: “Tampoco cabe la menor duda respecto a la necesidad de debatir los subsidios económicos y su distribución con equidad y sentido federal para energía y transporte público de pasajeros. El Norte Grande argentino reclama legítimamente tarifas diferenciales para potenciar su desarrollo”.
“Nos gustaría que la oposición política se haga cargo de las responsabilidades emergentes de esta deuda con el FMI y que este acuerdo no implique subrogar esta responsabilidad con el pasado, con el presente y con el futuro”.
El mandatario provincial dijo que “todos sabemos que las corporaciones económicas, financieras y mediáticas reclamaron un acuerdo a cualquier precio, pero fueron poco generosos a la hora de mejorar el precio de los activos financieros, reducir el riesgo país y disminuir el precio de la cotización del dólar”.
“Todos conocemos esta historia. Insisten en un acuerdo construyendo una película que nos llevará a la felicidad eterna”, lanzó Capitanich.
“Entendemos la necesidad de avanzar en acuerdo razonable, pero tenemos que insistir en un gran consenso de todos los actores políticos, económicos, sociales y culturales para trabajar unidos en la meta de lograr las mejores condiciones. Pues los próximos 20 años estarán condicionados severamente por este acuerdo”, culminó.
A continuación, el análisis completo
Iniciamos una etapa que debe garantizar las mejores condiciones para lograr una patria justa, libre y soberana.
El endeudamiento de 100.000 millones de usd en moneda extranjera con 88.000 millones de usd de fuga de capitales propiciada por “el mejor equipo de los últimos 50 años” y liderada por el “Messi” de las finanzas, nos llevó a un colapso financiero.
También a un endeudamiento con el FMI de 57.000 millones de dólares, de los cuales se tomaron casi 45.000 millones de usd.
El FMI violó su propio convenio constitutivo prestando el 1.277% de nuestra cuota en tiempo récord y sin antecedentes en otro país del mundo.
Su intervención política fue apoyada por el gobierno de EEUU para que Macri gane las elecciones y para que los fondos de inversión que saquearon al país mediante las operaciones de “carry trade” se lleven los fondos que habían traído a la Argentina haciendo negocios ventajosos.
El pueblo argentino ha sido víctima de un saqueo sin precedentes y todos sabemos muy bien que esta deuda es impagable e inaceptable.
Pero la legalidad del gobierno de turno, el principio de continuidad jurídica del Estado, las condiciones de acceso al financiamiento y al comercio mundial restringen los grados de libertad del gobierno de nuestro presidente Alberto Fernández.
Al inicio de su gestión tuvo que afrontar una pandemia y el perfil de vencimientos de una deuda con obligaciones financieras equivalentes a 70.000 millones de dólares durante 2022 y 2023.
Hemos observado durante el año 2021 una recuperación de la economía, de la industria, del empleo junto a la incipiente recuperación del salario haciendo obras de infraestructura en todo el país. Solo recuperando la economía nuestro país puede afrontar sus obligaciones financieras
Nuestra historia nos brinda ejemplos: Perón no adhirió al FMI y su gobierno no contrajo deuda externa en 1955 cuando la revolución “fusiladora” lo derrocó. Cuando en 1973 asumió por tercera vez la presidencia, pagó una deuda para evitar condicionamientos.
Néstor Kirchner también canceló la deuda de casi 10.000 millones de dólares entre diciembre de 2005 y enero de 2006 para liberarnos de las ataduras del FMI y junto a Cristina lograron refinanciar casi el 93% de la deuda contraída con un ahorro de casi 100.000 millones de dólares.
Logramos el mayor crecimiento económico de la historia argentina en el período 2003-2015, aún soportando la crisis internacional de las hipotecas subprime.
No me cabe la menor duda de que las recetas que el FMI aplicó durante 41 años de los 65 de adhesión del país a partir del año 1956 condicionaron severamente su crecimiento.
Este acuerdo que será debatido en el Congreso inicia una etapa de buenas prácticas institucionales con el objeto de que ningún gobierno hipoteque el futuro del pueblo argentino.
Es cierto que no existen condicionamientos en reforma laboral, previsional o cercenamiento de derechos, pero al mismo tiempo sabemos que más recursos para pagar deuda finalmente impedirán la asignación de estos mismos recursos para infraestructura o desarrollo económico.
Tampoco cabe la menor duda respecto a la necesidad de debatir los subsidios económicos y su distribución con equidad y sentido federal para energía y transporte público de pasajeros.
El Norte Grande argentino reclama legítimamente tarifas diferenciales para potenciar su desarrollo.
Nos gustaría que la oposición política se haga cargo de las responsabilidades emergentes de esta deuda con el FMI y que este acuerdo no implique subrogar esta responsabilidad con el pasado, con el presente y con el futuro.
Todos sabemos cómo se juzgan las responsabilidades políticas: hasta la fecha la responsabilidad es de Macri. A partir de esta fecha la responsabilidad cambia de manos.
Y esto tiene una lectura política. Las revisiones trimestrales pueden decidir sobre medidas que afecten el desenvolvimiento de las variables macroeconómicas y la recuperación de la economía y el empleo.
Todos sabemos que las corporaciones económicas, financieras y mediáticas reclamaron un acuerdo a cualquier precio, pero fueron poco generosos a la hora de mejorar el precio de los activos financieros, reducir el riesgo país y disminuir el precio de la cotización del dólar.
Todos conocemos esta historia. Insisten en un acuerdo construyendo una película que nos llevará a la felicidad eterna.
Una vez que se firma hacen todo lo posible para boicotearlo con el objetivo de proponer en las revisiones periódicas las mismas recetas de siempre que han fracasado históricamente.
No se trata solamente de negociar un sendero de reducción del déficit fiscal, del financiamiento monetario del déficit o de la acumulación de reservas.
Se trata de la evolución del tipo de cambio, del precio de bienes, de la regulación de tarifas, la evolución de tasas de interés, el impacto en el déficit cuasi fiscal y la recuperación del salario real para potenciar el consumo, la inversión, exportaciones y la demanda agregada.
Pero también se trata de combatir la subfacturación de exportaciones, la sobrefacturación de importaciones, el déficit de la cuenta de servicios y las transferencias al exterior.
Todos los países del mundo y de la región tienen dificultades y los indicadores de déficit fiscal, cuenta corriente, deuda/PIB son peores que el de Argentina en muchos casos.
Entendemos la necesidad de avanzar en acuerdo razonable, pero tenemos que insistir en un gran consenso de todos los actores políticos, económicos, sociales y culturales para trabajar unidos en la meta de lograr las mejores condiciones.
Pues los próximos 20 años estarán condicionados severamente por este acuerdo.
La deuda contraída con el FMI fue política, y requiere una solución política. Esto significa mejores condiciones para seguir creciendo y cumplir los compromisos internacionales de un modo razonable sin comprometer el futuro de todos.
Fuente: Diario Chaco
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